ALGUNAS TENDENCIAS DE LA SEMIÓTICA EN CHILE A PARTIR DEL AÑO 1990
$avtor = ""; if(empty($myrow2["author"])) { $avtor=""; } else { $avtor="автор: "; } ?>Elizabeth Parra Ortiz
Universidad de Concepción, Chile
elizabeth.parra.ortiz@gmail.com
Jaime Otazo Hermosilla
Universidad de la Frontera, Temuco, Chile
Abstract
Este estudio surge del interés por realizar una revisión sistemática de los estudios de semiótica que se han producido en Chile desde la década de 1970 hasta el 2013 y organizarlos a través de una cartografía. La reflexión intenta revisar los bordes que sostienen al campo de estudio de la Semiótica en el país y responder sobre el lugar que le corresponde como campo disciplinario en el marco de la producción de conocimiento en sus dimensión teórica (epistémica) y metodológica.
Desde algunos años existe la preocupación en Latinoamérica por reinventar, por re – trazar la historia y las lógicas del desarrollo de la semiótica, ciencia que ha tenido en el mundo, una institucionalidad reconocida y diversa al mismo tiempo, pero que ha seguido desarrollándose de manera creciente (Escudero, 1998; Magariños de Moretin, 2004)).
Los escasos trabajos que se han propuesto revisar la historia y el dominio de la semiótica en Chile han sido insuficientes y parciales. No han logrado dar cuenta de manera sistemática del aporte de esta disciplina al desarrollo de las ciencias sociales, de las Humanidades, ni han propuesto una visión sistemática en torno al origen y desarrollo de sus aspectos teóricos y metodológicos. De manera parcial algunos investigadores mediados por las circunstancias históricas – políticas (Del Villar, 1996) y/o de áreas disciplinarias, (Gallardo y Sánchez, 1989; Jofré, 1997, y, más tardíamente, desde el cuerpo, Ponce, 2010) no se advierte a la fecha, que exista una visión integrada del campo de la semiótica en Chile. La imagen proyectada de la disciplina en los antecedentes mencionados, se muestra asociada a estudios desde la lingüística, desconociendo aquellas áreas no indagadas (artes, teatro, cuerpo, interculturalidad)y los periodos no considerados (2000-2013) dentro de los primeros intentos de abordar estudios sobre la disciplina. por tanto, la cartografía que se propuso en el marco de un proyecto de investigación asociado con universidades nacionales y de la región latinoamericana y financiado por la Universidad de Concepción, quiere dar cuenta, precisamente, de un trabajo acumulado de manera dispersa, fruto muchas veces de iniciativas personales que requieren ser atendidas, de manera integral, tal es el caso de la semiótica.
En este trabajo se dará cuenta de algunas reflexiones a partir de resultados preliminares de este proyecto de investigación. En particular, se intentará aportar un marco tentativo de clasificación de las investigaciones semióticas chilena en función de sus compromisos más o menos explícitos con determinadas corrientes epistemológicas y/o metodológicas.
1. Introducción
Este trabajo es parte de un Proyecto de Investigación adscrito a la Universidad de Concepción[1] y que se realiza actualmente en conjunto con otras dos universidades, una de ellas chilena (Universidad de La Frontera) y la otra, argentina (Universidad Nacional de Misiones). El objetivo de dicha investigación es realizar una descripción sistemática del estado actual y evolución del dominio de la semiótica en Chile, desde sus inicios formales como informales (1969–2012), que permita proponer una Cartografía de Investigaciones Semióticas en el país y conocer las condiciones teóricas (epistémicas y metodológicas) y prácticas (institucionales) que han posibilitado la aparición y el desarrollo de la disciplina semiótica en Chile.
Este artículo tiene por objetivo elaborar una revisión panorámica de los estudios de semiótica en Chile con énfasis en las últimas dos décadas de su desarrollo y aportar un marco tentativo que permita clasificarlas en función de sus compromisos más o menos explícitos con determinadas corrientes epistémicas y/o metodológicas.
Dos trabajos previos (Gallardo & Sánchez, 1981 y Rafael del Villar, 1998) han realizado sendos estados del arte de la semiótica en Chile. Estos dos aportes constituyen información imprescindible sobre dos momentos cruciales de la semiótica en Chile. El primero de ellos, fruto de la colaboración entre el lingüista chileno Andrés Gallardo y el investigador en educación, Jorge Sánchez (a la época, ayudante de Gallardo), permitió adscribir a la disciplina semiótica un conjunto de trabajos provenientes de los más diversos campos disciplinarios a los que se les reconoce, no tanto su adscripción formal, sino su pertinencia semiótica desde el punto de vista de los autores. En este sentido el trabajo de Gallardo y Sánchez (1981) constituye una indagación temprana de los trabajos de semiótica en Chile, la cual (como veremos más adelante) tenía en ese entonces apenas 10 años de desarrollo en el país. En un segundo momento, con ocasión de la constitución de la Asociación Chilena de Semiótica y de la realización de su primer Congreso en 1996, Rafael del Villar (1996, traducido luego en Del Villar, 1998), lleva a cabo una nueva revisión diacrónica proponiendo tres grandes periodos o formas que adquirió la semiótica en Chile desde su instalación a fines de los años sesentas.
Al margen de la exactitud o imprecisión de estos trabajos tempranos, se debe reconocer el enorme valor que tuvieron como una forma de traer a la existencia, a través de la palabra, una disciplina a partir de una constelación de investigaciones muy diversas inspiradas en teorías que aparecieron tímidamente en Chile y que recién vinieron a institucionalizarse a fines de los años noventa.
Ahora bien, casi 20 años después del último estado del arte de la semiótica chilena, es lógico preguntarse ¿qué ha pasado a partir de 1996 con la semiótica en Chile?, ¿es posible detectar nuevas tendencias o nuevas etapas a partir de 1996?, ¿la lógica de desarrollo de esta disciplina sigue siendo la misma o ha cambiado? En caso que descubramos cambios importantes, ¿cuáles son los hitos que han marcado las transformaciones de la semiótica durante los últimos 20 años?
Para responder a estas preguntas es necesario revisar nuevamente los estadios fundacionales de esta disciplina y establecer a partir de ellos las líneas de desarrollo que marcarán su identidad actual.
2. Hitos fundacionales de la semiótica
Chile es un país que se conforma en el siglo XIX bajo el alero de la tradición europea guiado por los valores de la Ilustración adoptando modelos culturales provenientes de Francia y también un modelo económico y político europeo. Hablar de los orígenes de la semiótica en Chile es remitirse a académicos e investigadores formados en Europa en los años cincuentas y sesentas del siglo pasado. Tal es el caso deEliseo Verón en Argentina, gran referente intelectual latinoamericano, quien se instaló en París y terminóconvirtiéndose en un embajador del desembarco del estructuralismo en la región y, en particular, en Argentina y Chile.
En 1968 como ayudante de Levi-Strauss, Verón tradujo al español, la Antropología Estructural (Scolari, 2010-2011). Al igual que otros investigadores en Francia, se sumó a la tarea de elaborar una ciencia general de los sistemas de significación poniendo énfasis en la construcción de teorías y en la adecuación de los instrumentos técnicos a los modelos teóricos. Su aporte en ese momento apuntó a la refutación y crítica del funcionalismo (Ravera, 2000 citado por Scolari)
Tal como sucedió en Argentina, en la primera fase de la semióticaen Chile confluyeron el estructuralismo de una matriz saussureana y las teorías de comunicación social norteamericana de carácter pragmática. A juicio de Raveracitado por Scolari, (2000) se partió delsupuesto que la significación es una producción social, que los estudios empíricos discursivos son imprescindibles y que la dimensión ideológica no funciona como un cierto tipo de mensaje sino como un nivel de lectura de los discurso sociales.
En los años sesentas, en el Chile “pre-revolucionario”, según la expresión de Scolari (2010–2011:15), los estudios de comunicación y, de paso, los de semiótica, fueron impulsados por otro investigador crucial que sintonizó a Chile con el fructífero debate intelectual que instaló a la semiología y a las ciencias de la comunicación en la institucionalidad científica de Francia. Armand Mattelart, quien había llegado al Chile en 1962 a realizar estudios de corte sociodemográfico, se convence, hacia fines de la década del sesenta, de la necesidad de recombinar el marxismo con la sémiologiecon el objetivo de potenciar la capacidad crítica de las ciencias sociales. Los resultados de aquellas hibridaciones fueron explosivos para los estudios de medios en Chile cuya base provenía de la Mass Communication Research. En ese contexto, la investigación basada en la denuncia de la concentración de los medios debía ser complementada por investigaciones orientadas al análisis ideológico del contenido de los medios. Un análisis que, a diferencia del análisis de contenido explícito tal como se realizaba en la tradición norteamericana en ese entonces, tomaba la forma de los análisis mitológicos que Roland Barthes y su equipo en el CECMAS en Francia habían comenzado a realizar.
Entre los investigadores chilenos estas propuestas de Armand Mattelart fueron acogidas con entusiasmo y aplicadas en las investigaciones críticas que caracterizaron la agenda investigativa del los años previos al golpe de Estado, las cuales más tarde decantarían en la diferenciación entre estudios semiológicos y estudios de economía política de la comunicación.
Zarowsky, investigador argentino (2008) subraya la importancia que tuvieron para este giro paradigmático, los estudios tardíos de Mattelart en Chile. Es sólo a partir de 1969, y forzando los límites impuestos por la aproximación sociodemográfica que Mattelart comienza a abordar aspectos culturales y mediáticos de los procesos sociopolíticos e institucionales desde una mirada semiológica y estructuralista.
Tal como cuenta Zarowsky, el mismo Verón en 1974, miró con desconfianza las primeras “inserciones de la semiología en Argentina y Chileˮ advirtiendo sobre las distorsiones ideológicas que podrían producirse a partir de un uso culturalmente dependiente de categorías teóricas elaboradas en contextos socio-culturales extranjeros (Verón, 1974: 121). En ese mismo artículo, Verón critica en estas primeras investigaciones semiológicas chilenas, lideradas por los Mattelart, la práctica de una lectura intuitiva a la que le faltaba un corpus teórico estrictamente definido y una metodología rigurosamente explicitada (Verón, 1974: 122–123). Al respecto señala que “No me parece sorprendente que buena parte de los análisis emprendidos por los colegas chilenos no vaya, en los hechos, más allá de la práctica intuitiva de la lectura ideológica de los textosˮ (Verón, 1974:122).
A su vez, Verón (1974:123) señala que “La contradicción entre la demanda práctica (política) y las condiciones de la investigación es aún más clara en el estudio de Mattelart y Dorfman sobre el Pato Donald. En este trabajo no sólo se aplica como método el comentario intuitivo e interpretativo del material [de una manera que es, dicho sea de paso, sumamente dudosa]; el caso me parece más grave: el problema del método ha desaparecido completamente como problemaˮ [las cursivas son del original].
Las observaciones de Verón en torno a la emergencia de los estudios semióticos o semiológicos en Argentina y Chile, tienden a confirmar un triángulo de influencias intelectuales entre estos dos países y París a fines de los años sesentas. Tal como lo demuestra Zarowsky en su trabajo de 2008, estas influencias tuvieron la forma de contactos esporádicos, pero significativos entre los equipos de investigación constituidos en torno a las figuras de Armand Mattelart en Chile y Eliseo Verón en Argentina.
3. Dos intentos retrospectivos
Como se indicaba al principio de este artículo, en Chile existen dos intentos por hacer el estado del arte de los estudios semióticos a nivel nacional. Estos dos intentos están separados por diez años. El primero de ellos se llevó a cabo en 1986 y el siguiente en 1996. Tras ellos, con excepción de los recientes intentos de los autores de este artículo, no se han realizado nuevos esfuerzos. Vale la pena revisar cuáles fueron los criterios de clasificación, las metodologíasde indagación y los resultados de estos intentos previos.
Desde el sur del país, los académicos de la Universidad de Concepción, Gallardo y Sánchez (1986), y por encargo de Thomas Sebeok, pueden considerarse los primeros que de manera intuitiva, elaboran un panorama de los estudios de semiótica en Chile. Ellos señalaron que el primer obstáculo que tuvieron al presentar el desarrollo de la semiótica tuvo que ver con la delimitación del campo de la disciplina. En el contexto de una reflexión sobre el tema, de manera arbitraria establecieron que una obra intelectual es semiótica cuando se refiere a los sistemas de signos, como tal, es decir, cuando hay una conciencia explícita de tener que ver con los sistemas de significación y una voluntad manifiesta de dar cuenta deel los de una manera sistemática. [traducción libre de los autores]
Respecto de la tradición semiótica que se practica en Chile, Gallardo y Sánchez (1986) se apresuran en aclarar que la mayor parte de la actividad semiótica en Chile se basaba en la tradición de la lingüística de Saussure. En ese contexto, los trabajos analizados se definen como estructuralistas e incorporan metodologías propias de la lingüística estructural.
La revisión desarrollada por Gallardo y Sánchez define cuatro áreas de desarrollo de la semiótica en Chile: 1) áreas de investigación,(lenguaje, literatura, medios de comunicación, expresión artística, diseño, urbanismo y arquitectura, folkore, psicología social y filosofía); 2) descripción de sistemas de semiótica aplicada 3) trabajo institucional y 4) práctica semiótica.
Los primeros trabajos de semiótica detectados por estos autores constituyen aproximaciones aisladas que, en general, no tuvieron una continuación inmediata en las áreas del arte (Kupareo, 1964; Schwarztmann, 1969), la filosofía semiótica (Kupareo, 1964); la semiótica del folklore (Scharztmann, 1969), la psicología (Roa, 1971–1974, 1978), la lingüística (Sáez, Godoy, 1974; Rabanales 1973–1975); la literatura (Hozven, 1979), y los medios de comunicación (Colle, 1978), entre otros.
El trabajo de Gallardo y Sánchez tiene la ventaja de haber sido realizado en un momento muy temprano de la instalación de la semiótica en Chile y entregar un análisis perspectivo de las áreas que en ese momento aparecían como relevantes para la disciplina. Los desarrollos ulteriores que ésta tuvo en nuestro país tienden a confirmar la relativa dispersión inicial de los estudios iniciales de la semiótica nacional y su baja institucionalización haciendo que las investigaciones pioneras fueran fruto de la iniciativa individual más que los esfuerzos colectivos.
Metodológicamente, el artículo de Gallardo y Sánchez, constituyó un estudio exploratorio y en ese sentido conscientemente limitado. Según lo indicado por sus propios autores[2] esta revisión respondió a una la oportunidad de incorporar un capítulo en la obra colectiva de Thomas Sebeok sobre el estado de la semiótica diversos países. Por esta misma razón los medios para garantizar una revisión bibliográfica exhaustiva (no obstante, el restringido campo científico de principios de los ochentas) fueron limitados. Por otra parte, las definiciones operacionales que permitieran establecer a ciencia cierta qué se considerarían un trabajo semiótico y qué no fueron reconocidamente problemáticas. Estas limitaciones, por supuesto, no restan valor a este trabajo pionero sino que deben servir para tomarse en cuenta en futuras indagaciones.
Posterior al trabajo de Gallardo y Sánchez, el académico de la Universidad de Chile, Rafael Del Villar (1996), en un breve artículo publicado por primera vez en francés en la Revista Chilena de Semiótica, elabora una sinopsis de los orígenes y desarrollo de la semiótica en Chile desde una perspectiva histórica – ideológica dividiéndola en tres etapas.
De la primera de las tres etapas de la semiótica en Chile (1969–1975), del Villar señala que la disciplina se integró a un proyecto político-epistémico de la estética y la critica cultural. A su juicio, la intensa actividad política de esos años condicionó que la actividad se concentrara en llenar las “necesidades de ensoñación de la totalidad socialˮ, al calor de la lucha ideológica, más que desarrollar una escuela semiótica. En efecto, en la década de los 70´ la efervescencia ideológica vivida terminó por acallar las voces de los intelectuales bajo la intervención de la dictadura militar.
La tradición estructuralista en Chile se combinó con una praxis de transformación social. Dos Centros de Investigación concentraron los trabajos de corte semiótico en este periodo: el Centro de Estudios de la Realidad Nacional y la Escuela de Arte de la Comunicación (EAC) ambos de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Dada esta situación inicial, Del Villar tipifica una segunda etapa (1975 hasta 1982) durante la cual, si bientendió a perderse la vertiente más explícitamente crítica del análisis semio-ideológico, la semiótica se desarrollará en el campo de los estudios literarios y de la estética, al alero de los departamentos universitarios que se encontraban ya bien establecidos al inicio de la dictadura. Del Villar menciona ocho departamentos de Lenguas (o afines) en distintas universidades del país en los que se desarrollará una semiótica eminentemente literaria, “Campo Teórico Hegemónicoˮ, según el autor. No obstante, a partir de la década del 80´ emerge una semiótica de las comunicaciones, desde la cual se tratará de dar respuesta a problemas concretos impuesto por el sistema productivo comunicacional del sector privado y público.
En la tercera etapa (1982 – 1996), se produce lo que Del Villar denomina una “ruptura epistémica en el campo semióticoˮ. Por una parte, se continúa desarrollando la semiótica (y/o semiología) en el contexto de las disciplinas literarias y estéticas a partir de una lógica de desarrollo endógeno “cuya necesidad es la de la teoríaˮ. Por otra, emerge una semiótica aplicada a las problemáticas comunicacionales con una lógica de desarrollo exógena, que tiende a responder a los requerimientos del cambiante entorno económico-comunicacional de las décadas ochenta y noventa.
4. Factores de una irrupción disciplinaria
Para Del Villar (1998), el desarrollo delo que él llama el Campo Teórico Semiótico de las Comunicaciones, fue un reflejo directo de la expansión de lo que podríamos llamar emergencia del negocio o mercado de las comunicaciones en Chile. Vale decir, la progresiva demanda por servicios asociados a la gestión comunicacional de la empresa privada y las instituciones del estado, lo que incluye gestión de imagen y marca, publicidad, comunicación estratégica, etc.
Sin embargo, tal como indica el autor, la irrupción disciplinaria de la semiótica de la comunicación estaba ademásen sintonía con el nuevo paradigma que regiría la Educación Superior en Chile y, sobre todo, con el sistema de formación profesional que se desarrollaría en el país a partir de la privatización y masificación de la educación terciaria.
Este fenómeno (de carácter más institucional), está asociado al anterior (de carácter más económico) en la medida que existiendo demanda por comunicadores, consecuentemente se creó un campo de desempeño profesional y la consiguiente demanda de formación en esos campos.
En resumen, fuera de las evidentes transformaciones sociales y culturales que trajeron consigo las tecnologías de la comunicación y de la penetración de un sistema global de comunicaciones, dos fenómenos acompañan este quiebre epistémico de la semiótica en Chile: el desarrollo de las empresas de comunicación publicitaria, estratégica, corporativa, entre otros y la multiplicación, a partir de los años noventas, de las carreras de formación técnica en esta área. La semiótica aplicada a las comunicaciones responderá al llamado de estos nuevos escenarios.
El que hacer de la semiótica se diversifica en aplicaciones en un espacio socio-político cultural adverso que requiere un oasis para interpretar la realidad social que se vive. Por un lado, irrumpen nuevos géneros como el video música, video juegos y en particular, la comunicación orientada a la empresa como requerimiento de la construcción de imagen, identidad, la publicidad como estrategia de comunicación persuasiva y el diseño gráfico.
Por otro lado, los estudios de semiótica encuentran un nicho de desarrollo y cultivo en la enseñanza de Educación Superior. Los planes de estudios de programas de formación profesional y técnica y en particular las carreras relacionadas con las comunicaciones como periodismo, publicidad, audiovisual y diseño entre otras, para atender los requerimientos del mercado. En efecto, la comunicación organizacional aparece como un nicho de estudio que combina la semiótica como un campo asociado a la psicología y la sociología.
5. De las humanidades a las ciencias sociales
La semiótica que se practica en Chile desde la década del 60 siguió los mismos modelos que el resto de Latinoamérica de los estructuralistas aplicados a los campos literarios y medios de comunicación, este último bajo el modelo informacional, proveniente de Estados Unidos. Aun más, Del Villar (1996) señala que lo recurrente en el medio académico en la década del noventa consistía en archivar la semiótica en el dominio de la Ciencia Literaria como una corriente al interior de ella, ideología teórica que podrá ser correcta o no, pero cuyo efecto práctico no operaba a nivel concreto.
En el caso particular de Chile, la semiótica hasta fines de los años noventa fue pasando y dejando su huella de un campo disciplinario a otro dentro de las humanidades para pasar luego hacia sus márgenes e integrarse en contextos disciplinarios metodológicamente cada vez más cercanos a las ciencias sociales. Este hecho, no ha parecido llamar la atención de los analistas de las historia de la semiótica en Chile. La disciplina ha cruzado sin grandes problemas desde el campo epistemológico de las humanidades hacia el campo de las ciencias sociales. Áreas que en Chile aparecen altamente diferenciadas, pero que en el campo de las comunicaciones parecen confluir en objetos de gran complejidad con requerimientos teóricos y metodológicos propios de una aproximación interdisciplinaria. Este fenómeno no es exclusivo del contexto chileno, algo parecido es posible percibir en las investigaciones de los herederos de la semiótica en Argentina, España y Francia, por poner un ejemplo.
Por otra parte, el desarrollo de la semiótica como cualquier saber está asociado a un lugar y un tiempo determinado. En este caso, sus orígenes y posterior desarrollo estuvieron ligados a profundos procesos de confrontación ideológica en el país que provocaron que la semiótica fuera resistida como campo científico y no se la valorara en su real dimensión investigativa. Actualmente, se observa un intento por re-instalar la discusión teórica a partir de los cambios de paradigmas.
6. Tendencias actuales
Para indagar el estado de la semiótica en el siglo XXI se requiere poner de relieve la diversidad de campos en los que se ejercitan operaciones de tipo semiótico (Jofré, 1997) y que la atraviesan donde la temática central sigue siendo la doctrina de los signos o la teoría de las significaciones. Actualmente, se podría sostener que hay intentos de incorporar otras temáticas propias del giro propiciado por el académico italiano Fabbri (2004) como son la narratividad, las pasiones y la acción, dando paso a uno de los campos con proyección en el análisis semiótico como es el arte y el cuerpo (Ponce 2010, Contreras 2012). A juicio de Ponce, (2010), es precisamente esta nueva perspectiva de estudio la que permite que el arte en sus diversas manifestaciones se integre a manifestaciones culturales y que se, reconozca la gestación de un giro en los enfoques de estudios semióticos en Chile que ameritan ser estudiados con mayor profundidad. Del mismo modo, la académica Salinas incorporó los estudios de género y el análisis de los discursos de los mineros de la zona norte del país.
Otras de las vertientes que nutren los estudios arrancan desdelas Tics como son el estudio de Videoclips, anime japoneses de la mano del sociólogo Del Villar, quien ha generado una línea de investigación con un equipo de jóvenes investigadores.
Del mismo modo, en la zona austral de Chile, desde el ámbito del periodismo, la lingüística y la comunicación con Iván Carrasco, Rodrigo Browne, Rodrigo Moulian; Hugo Carrasco, Mabel García, Carlos Del Valle, Jaime Otazo, Luis Nitrihual y Javier Mayorga han generado líneas de estudios desde la comunicación intercultural. Más tarde y con el influjo de Verón y la categoría de semiosis social como de los imaginarios sociales con Pintos, Castoriadis, Baeza y Dittusentra en vigencia el estudio de la producción social de sentido para levantar una perspectiva socio semiótica.
En este sentido, la revisión actual apunta a dejar en evidencia, los procesos de significación emergentes, que dan paso a nuevas propuestas o líneas de trabajo.
7. Tensión entre docencia e investigación
Una de las características con las que se ha desarrollado la semiótica en Chile es su relativa ausencia de escuelas teóricas que representen o reflejen opciones disciplinarias propias en una dinámica reflexiva capaz de reelaborar la tradición o de romper con ella. Por el contrario, existe una cierta tendencia a la dispersión de los esfuerzos investigativos que no redundan en una reformulación de los supuestos teóricos canónicos sino que permanecen en el ámbito de la teoría aplicada.
Una explicación posible de esta tendencia es que la semiótica chilena de los últimos años es sobre todo el resultado de una explosión de la docencia de esta disciplina en el contexto de las profesiones del campo de las comunicaciones más que de una real institucionalización a nivel científico disciplinario. Esto podría relacionarse también al hecho que la semiótica, a diferencia de las ciencias de la comunicación, no aparece inscrita como tal en la institucionalidad científica del país (por ejemplo, no está asociada a un grupo de estudios en Conicyt), pese a existir formalmente como asociación científica. A esto se suma la ausencia casi total de diplomas o grados en semiótica que sean otorgados por universidades chilenas (la excepción es del diplomado en Semiótica de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile).
Estas hipótesis hacen que se torne importante generar una revisión sobre las orientaciones que ha seguido la disciplina a través de la tensión entre la enseñanza y la investigación de la semiótica en las instituciones de Educación Superior (Universidades e Institutos Profesionales) del país.
En la década del noventa se advierte ya un predominio de la enseñanza por sobre la investigación, que quizá hoy no se aprecia tan fuertemente pero que puede encontrarse al origen de la debilidad y dispersión que hemos señalado. Este predominio de la semiótica como objeto de docencia más que como objeto de investigación obedece a la ya comentada explosión de la creación de programas de formación tanto técnica como profesional en el área de las comunicaciones. Cada uno de estos programas incorporó fuertemente a la semiótica en su plan de estudios como una forma de proporcionar un marco teórico y epistemológico para comprender los sistemas de significación y los procesos de comunicación en sus aspectos más generales y abstractos. Aunque también se trataba de una asignatura capaz de modularse en diversas aplicaciones a sistemas de significación específicos tales como la semiótica discursiva, la semiótica visual y fotográfica, la semiótica del cine, entre otros. Desde este punto de vista, la semiótica se nos aparece hoy día a la vez como un factor germinal de las ciencias de la comunicación en Chile y como marco teórico epistemológico de las diversas disciplinas que concurren a la formación de los profesionales de la comunicación.
Cabe preguntarse por lo tanto, cómo se realizó, a partir de los años noventa, el paso de la semiótica desde la docencia hacia la investigación y cómo este tránsito se ha visto favorecido o entorpecido por la dependencia que desde esos años tiene la semiótica respecto de las ciencias de la comunicación.
Puesto que cada institución resolvió estas cuestiones de un modo ad-hoc recurriendo a la creatividad e intuición de los equipos académicos que fundaron las carreras de comunicación en Chile, equipos que estaban constituidos por un puñado de académicos e investigadores de las comunicaciones más un número importante de investigadores consagrados provenientes de áreas afines a la comunicación, tales como la literatura, la filosofía, la lingüística y otras, es difícil proponer un ejemplo paradigmático. Tal vez el caso que más se aproxima a ello sea el de la creación de la Carrera de Periodismo en la Universidad de La Frontera, a principios de los años noventa. Esta Carrera es la culminación de un proyecto de reformulación del quehacer académico del Departamento de Lenguas y Literatura de la recientemente creada universidad regional (derivada de las sedes locales de la Universidad de Chile y la Universidad Técnica del Estado). A partir de los años noventa, este Departamento que se redefine como Departamento de Lenguas, Literatura y Comunicación, se esforzó para ampliar su oferta de formación en el área de las comunicaciones creando en primer lugar la Carrera de Periodismo y seguidamente el Magíster en Ciencias de la Comunicación. El equipo que se hizo cargo de esta tarea estuvo compuesto principalmente por investigadores provenientes de las áreas preexistentes del Departamento: literatura y lingüística.
¿Qué es lo que hizo posible la emergencia de estos programas de formación precisamente en este contexto académico de la Universidad de La Frontera? La respuesta a esta pregunta tiene que ver directamente con la disciplina semiótica, pues las tensiones disciplinarias entre literatura y lingüística habían sido resueltas [al menos temporalmente] mediante un dispositivo metateórico que permitía situar ambas disciplinas dentro de un dominio mayor: el estudio de los sistemas de significación y de los procesos de comunicación que no son otra cosa en conjunto que la semiótica (según la propuesta de Eco en Tratado de Semiótica General). De esta forma, se legitimó la pertinencia y la pertenencia disciplinaria de la comunicación en un Departamento académico que se debía más a las humanidades que a las ciencias sociales, lugar donde se suele ubicar hoy a las ciencias de la comunicación.
Este ejemplo da algunas pistas interesantes sobre el modo en que la semiótica habría permitido en Chile la colaboración, la intercomprensión, la convergencia interdisciplinaria así como la emergencia de nuevas disciplinas en el contexto de una institucionalidad científica altamente resistente a la aparición de nuevas unidades académicas o áreas de investigación.
8. Hacia clasificación de las etapas de las investigaciones semióticas chilena
A juicio del académico mexicano Cid (2002) para trazar una línea cronológica que permita intentar establecer las etapas de desarrollo de la semiótica del conjunto de teorías aplicadas al estudio del objeto y su diseño, habrá que remitirse a los hitos que la semiótica ha seguido desde su conformación como disciplina independiente hasta nuestros días y que se puede aplicar a Chile. Desde una perspectiva global, Cid señala que la semiótica en un primer momento estuvo abocada a los estudios precursores en la cual se definieron las bases para el dialogo interdisciplinario; luego, pasó , a la etapa pre semiótica, en la cual instrumentos no propiamente semióticos posibilitaron los primeros acercamientos al estudio del objeto como tal en el ámbito social y de su significado; la etapa translingüística, coincide con el traslado de los modelos lingüísticos al estudio del objeto, buscando las analogías que lo consideran capaz de constituir un lenguaje estructurado gracias a su posibilidad de comunicar y , por último, agrega una etapa semiótica que coincide con la profesionalización dela disciplina y de los modelos que se consolidan gracias al potencial explicativo alcanzado y a la profundidad de sus análisis mediante una enseñanza sistemática con diversos grados de especialización en los Centros Universitarios.
Dittus (2008:364) por su parte, advierte que en Chile, existe un retorno de la semiótica como instrumento de análisis social y como consecuencia los desafíos metodológicos que encierra. Considera que hay atisbos de líneas, aunque sin consolidarse como escuelas por el resabio de la impronta ideologizante de la semiótica debido a su cercanía con disciplinas de las ciencias sociales, sin embargo la tradición filosófica es lo que más ha pesado en su composición como disciplina.
En esta misma línea, Juan Manuel Fierro, académico de la Universidad de La Frontera, en el primer encuentro sobre el origen y desarrollo de la semiótica en Chile, realizado en Temuco (2014) señala que partiendo de la base tradicional de la semiótica asociada al estructuralismo vigente de la época (1970) se reconocen tres momentos en su desarrollo.En un primer momento, distingue una etapa deuna semiótica teórica, clásica cuyo objeto de atención fue el signo asociada a Saussure y Peirce; un segundo momento, reconoceuna semiótica de la comunicación cuyo eje fueron y son los sistemas de códigos asociado al estructuralismo lingüístico y un tercer momento cuyo centro de interés está en el sujeto y los procesos de significación asociados a la hermenéutica.
9. Algunas inferencias a modo de conclusión
9.1. Una de las constantes en el desarrollado de la semiótica en Chile es su relativa ausencia de escuelas teóricas que representen líneas disciplinarias en una dinámica reflexiva capaz de constituir una tradición.
9.2. Si bien ha existido la intención por retomar las cuestiones de base para revisar como se estaba operacionalizando el que hacer de la disciplina en el país, se sigue aún en el vértigo de listados de temáticas que no logran sacar a la academia de las disciplinas desde donde provienen generando más bien semióticas aplicadas.
9.3. La confluencia de disciplinas desde donde se estudia la semiótica traza, en cierta medida las líneas de una posición epistemológica: el pluralismo de las voces y de las temáticas, de horizontes muy diferentes, donde la mirada semiótica cruza otras prácticas sociales para trabajar allí donde opera la significación. (Escudero, Signa, n.7, 1998)
9.4. La semiótica al asumir la interdisciplinariedad como método otorga la posibilidad de desjerarquizar los saberes y los conocimientos para hacerse cargo más bien de las dinámicas y transformaciones que se buscan comprender e interpretar, más que en una lógica de descripciones.
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[1]Se trata del proyecto VRID Asociado Nº 213.174.006-1.0 "Cartografía de investigaciones semióticas en Chile" financiado por la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Concepción, bajo la dirección de la Dra. Elizabeth Parra y que se realizará entre los años 2014 y 2016.
[2] Varias de las informaciones incluidas a continuación proviene del diálogo sostenido con los autores con ocasión de la realización de de las Segundas Jornadas de Formación Semiótica en la Universidad de La Frontera, Temuco, el 24 de julio de 2014.